“Mi relación con la pintura puede calificarse de muchas maneras menos crítica. Hace muchos años que renuncié a ejercer y, sobre todo, a hablar como crítico de arte. En el peor de los casos podría considerarme un crítico de arte silvestre[...] En el menor, preferiría considerarme, simplemente, un fan, es decir, un fanático de la pintura”.
Quico Rivas, “Pasaje de la pintura”, Albert Oehlen, IVAM, Valencia, 1996
Quico Rivas. Una continua maquinación presenta una aproximación a la compleja figura de Francisco Rivas Romero Valdespino (1953-2008) y a su prolífica actividad intelectual. Crítico de arte, comisario de exposiciones, investigador, artista plástico, editor, anarquista, poeta… y sobre todo, agitador; Rivas fue un curioso insaciable que dedicó su vida a la creación y a la investigación en las artes plásticas, la literatura y la música, compaginándolo con la agitación política. Un gran maquinador que nunca dejó de generar polémica, pensamiento crítico y de posicionarse como amateur o fan transgrediendo las relaciones con los ámbitos profesionales e institucionales. En la primera mitad de los años setenta, contribuye a dinamizar el paisaje cultural sevillano, y a finales de esa década y en la de los ochenta el de Madrid; en los años 90, y posteriormente, practica la deriva por diversas geografías a las que necesitaba retirarse cada cierto tiempo, por la saturación que le producía, en sus propias palabras “la presión de la actualidad”. Valencia, Formentor, Sevilla, Soller, la isla de La Palma o L’Escala fueron algunos de esos lugares desde los que siguió indagando, pintando y escribiendo poesía, narrativa o crítica; al igual que en Grazalema, donde pasó los veranos de su infancia y sus últimos años, y al que siempre consideró su pueblo. Sus continuas entradas y salidas en diferentes universos para re-encontrarse con el arte, con la vida, y ejercer la pasión y la insurrección -junto a colegas, amigos o colaboradores- fueron constantes.
Équipo múltiple 1969 |
Conocido por sus escritos[1]más que por su obra pictórica,Rivas forma parte de la corriente de críticos que hacen de la crítica de arte un género literario. Pero quien en 1986 definiera la crítica como un “honesto ejercicio del oficio de ver”, decidió en sus últimos años retirarse y dedicarse casi por entero a la literatura y a la pintura, porque, como confesó en su última entrevista, “la crítica de arte da vergüenza ajena”[2].
La exposición invita a conocer su peculiar faceta de crítico a la par que despliega su obra plástica, de un potencial narrativo comparable a la capacidad visual de su escritura, haciendo posible su deseo de pasar de ser considerado un “pintor dominguero”, como él mismo se denominó durante años, a ser un “pintor a secas”[3].
El recorrido se inicia con el trabajo que desarrolla junto a Juan Manuel Bonet, como artista con Equipo Múltiple y como crítico de arte (con solo 17 años) en las páginas del Correo de las Artesde ElCorreo de Andalucía,combinando “la agitación y la pedagogía”; asimismo, se muestran documentos que dan cuenta de su temprano activismo -milita en Acción Comunista- y de su labor en la gestión cultural -dirige, igualmente con Bonet, el Centro de Arte M-11.
Su actividad la continúa en Madrid, ciudad a la que se traslada en 1976 y donde participa activamente en la denominada cultura transicional y setentera, y más tarde en La movida. En ese periodo escribe para numerosas publicaciones como el recién fundado diario El País, Pueblo(Sábado literario),Diario 16, Artefacto(suplemento de Arteguía),Batik, Zikkurath,Revista de Occidente,Comercial de la pintura,La Lunao Cyan; publica sus primeros poemas en Separata,Diwan o La Bañera, y escribe crítica musicalenDisco Exprés. Forma el colectivo de crítica cultural de perfil situacionista MARGEN (de nuevo con Bonet), con el que participa enla campaña contra la Ley de peligrosidad social y colabora con el Colectivo de Presos en Lucha (COPEL).
Amante de los bares y las tertulias, acude al emblemático bar libertario La Vaquería de la calle de la Libertad, y es asiduo de El Figón de Juanita y otros; como Rivas declara, “Una de las ventajas de Madrid es la existencia de numerosos madrilesdiferentes. Yo encontré refugio en los ambientes gitanos y flamencos. Empecé a frecuentar locales increíbles como El Café del Burrero y El Café de Silverio, y a figuras como El Gallina, Morente, Pepe Habichuela. Era como recuperar una vieja pasión que durante algún tiempo había dejado de lado”[4].Más tarde, él mismo se haría promotor de bares como el Cuatro Rosas,con el grupo Gabinete Caligari (cuyo nombre inicial iba a ser Los tres calaveras y para el que Diego Lara diseñó el logotipo), o La Mala Fama,con Alberto García-Alix, Ana Curra y otros.
Rivas emprende su actividad editorial en 1979 bajo el sello Francisco Rivas editor, con las secciones Libros de la Ventura, Cuadernos de la Aventura, Pliegos de la Desventura.Entre las publicaciones, La mocosita y el asesinocon ilustraciones de Ceesepe (en co-edición con la Galería Buades); Aprender a nadar de Carlos Alcolea;City Life, donde publica el texto “¡Pinte usted!”[5], un manifiesto sobre la pintura como la mejor de las terapias;y una colección de poesía.
El corrector XX, 1995 |
Mantiene una continuada relación con la galería Buades y con los pintores que allí exponen, como los de la llamada Nueva figuración madrileña, el grupo Trama y otros, así como con muchos protagonistas de La movida, sobre quienes escribe numerosos textos para catálogos o algunas letras para canciones. Comisaría exposiciones representativas de una época: 1980 -un alegato a favor de la pintura-, Su disco favorito -testimonio de su implicación con el mundo de la música-, Madrid,Madrid, Madrid -un intento de exponer la recuperación de Madrid como centro cultural entre 1974 y 1984, y Madrid-Vigo -un encuentro cultural de ambas ciudades.
Publica artículos en revistas varias, incluida una memorable entrevista a Camarón en El Europeoilustrada con fotografías de Alberto García-Alix, en 1991. En esa misma fecha inaugura su primera exposición individual, Invierno en Mallorca en el Café Malvarrosa de Valencia, en la que muestra dibujos sobre papel con un repertorio iconográfico como la horca, el camello o el dragón, en el que insistiría.Les siguen Farmacia de Guardiaen El Garit, Palma de Mallorca, donde expone collagesrealizados con cajas de medicamentos, y Para una teoría general del beso en El Caballo de Troya, en Madrid.
Apasionado por los personajes extravagantes y malditos, investiga sobre escritores como César González Ruano[6], y recupera figuras olvidadas como el poeta, sablista y anarquista malagueño Pedro Luis de Gálvez, cuya biografía comienza a escribir alrededor de 1993 si bien se publicaría a título póstumo[7]. Sobre uno de los manuscritos realiza la serie Los Correctores,unos 200 collagesorganizados por columnas, comandos y escuadrillas con explícita referencia a las milicias populares de la Federación Anarquista Ibérica (FAI).Otro de los personajes por el que se apasiona es Alberto Greco -del que comisarió una excelente exposición en el IVAM- miembro del informalismo argentino y artista que influyó en el conceptual español con su arte vivo o “la aventura de lo real”, como él lo llamaba. En la década del 90 comisaría otras exposiciones,siempre asociadas a rigurosas investigaciones: Corona roja. Sobre el volcán; AlbertOehlen, artista con quien coincide en su estancia en la isla de La Palma; Manolo Quejido. Pintar, Pensar, 33 años de resistencia, unacelebración de “50 años de resistencia civil y 33 años oficiando en la pintura, o quizá, 50 años de irritación y 33 años pintando en resistencia”, en palabras de Rivas.
Los camellos de Grazalema (after Alonso Gil), 1992 |
En 1998, su casa de Los Molinos en la Sierra de Madrid se incendia y gran parte de su pinacoteca, biblioteca, cientos de carpetas con textos, recortes de prensa y dibujos desaparecen en las llamas, si bien algunos documentos son rescatados de las cenizas; entre otros, un borrador de su novela inédita Lo que dura una cancióno los textos referentes a la Historia de un pincel, protagonizada por Calcosam, un personaje cuya “desordenada curiosidad no conoce moldes ni límites”, a semejanza de su creador.
Ese mismo año funda junto a un grupo de artistas e intelectuales el colectivo anarcofuturista Refractor, y en el numero 1 del periódico del mismo nombre se publica La idea es la acción, el manifiesto de los “refractarios”firmado por el director provisional Víctor Nero. Desde un inicio organizan los Salones refractarios, en bares o galerías, con fines recaudatorios para sufragar exposiciones, publicaciones y eventos, también en apoyo de los presos anarquistas; la gran cantidad de material gráfico que producían se disponía junto a obras variopintas de un sinfín de artistas y creadores simpatizantes con las ideas ácratas. Se publicarían siete números de Refractor[8], al que le seguirían otras tres publicaciones “refractarias“: La Infiltración, B de Anarquíay La Escoria[9].
After Campano, 1998 |
La cárcel, un tema sobre el que siempre investigó, culminó en el proyecto expositivo Las otras galerías. La cárcel y las bellas artes en la época moderna, realizado en colaboración con su amigo el arquitecto Rafael Zarza, para el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC), ubicado en un edificio panóptico, antiguo penal de Badajoz. Pese a que el proyecto se introduce en 2003 en el stand del MEIAC en ARCO, nunca llegó a exponerse. Para el monográfico “Literaturas a la sombra”,la revista Vacaciones en Poloniaha recuperado el material y editado un cartel que se presenta en la exposición junto a una variada documentación que Quico Rivas compiló y elaboró sobre el asunto de la cárcel a lo largo de su vida[10].
Militante en la CNT desde 1977, Rivas realiza varios eventos en Sevilla en apoyo de las reivindicaciones de derechos de los trabajadores, como Basurarte en 2003, en solidaridad con los basureros de Tomares; yposteriormenteEl Salón del Carbón,una subasta de más de doscientas obras donadas por artistas cuyos beneficios irían a parar a la caja de resistencia de la CNT para sostener la lucha de los trabajadores de AUSSA (sociedad mercantil de gestión de aparcamientos públicos).
Acusado inapropiadamente de ser poco amigo del trabajo, Rivas no cesó de trabajar desde su juventud,pero como decía: “Yo mismo cultivé la leyenda de mi mala fama, que es la única fama respetable”. Viajaba con un kitcon tijeras, pegamento en barra, rotuladores o cajita de acuarelas -no en vano su obra es de pequeño formato-, y por supuesto cargado de libros. Durante años consideró la pintura una “actividad complementaria, un hobbyestimulante y terapéutico”, y por eso no dudaba en autodenominarse pintor dominguero. Reivindicó la figura del pintor de caballete, y así tituló dos de sus exposiciones: Reivindicación del caballeteen Linterna Jazz Café, Valencia, y en Galería Cruce, Madrid, a principios de la década del 2000.
Rivas no se esconde tras sus dibujos, muy al contrario, se “expone” (valga la redundancia) en ellos, igual que se retrata, de algún modo, en las descripciones de los artistas de los que escribe. Humor (bastante negro), juego, amor, dolor, pasiones y adicciones salen a relucir en su obra plástica, a veces conformando series que desarrolla durante años. Los títulos, siempre rotundos e irónicos, hablan sobre su momento vital: Farmacia de guardia (1988- 1991), El huésped (1991),La bestia (1992),La mudanza permanente (1991-2000), El moco negro(1995), Sentar la cabeza (1996-2000), Sweet Home(1999- 2001), Las 1001 noches de hotel (2002-2005),Un héroe confederal(2003-2005), Caravana de camellos (2004),Cárcel de mujeres(2004-2005), Opio (2005-2008) o Sister Morphine (2006-2008).
Del año 2000 al 2008 realiza once exposiciones individuales; en la última de ellas, Before the Poison, en Sevilla y coincidiendo con la celebración de su 55 cumpleaños y fiesta de despedida, Rivas enseña una serie de dibujos y cuadros de sensibilidad poética y apasionada temática, con tintas elaboradas a partir de pétalos de las flores recogidas en sus paseos por la Ribera del Gaidóvar, en Grazalema, a donde se había retirado.
Los cuadros, dibujos y collages que se muestran, realizados a lo largo de cuatro décadas, así como los documentos de las variadas actividades que ejerció en dichas décadas -periódicos, fotografías, carteles, diarios, revistas, catálogos, libros, poesías, discos, novelasinéditas, cuadernos, manifiestos, cartas, audios, pasquines, películasy cortes de programas de TV de los que fue guionista-,pretenden visualizar la constante acción que mantuvo como crítico, poeta, pintor o agitador social este “fabricante de encuentros y situaciones”, como lo describiera su amigo Diego Carrasco.
Quico Rivas. Una continua maquinación. Espacio Santa Clara, Sevilla. Septiembre - noviembre 2018 |
Quico Rivas y los pseudónimos que cultivó -Mateo, Francisco Jordán, El tramposo de Sevilla, Víctor Nero, Segundo Mateo- sabrán perdonar el atrevimiento de hacer una exposición con tan resumido recorrido, pero esta aventura no hubiese tenido lugar de no haber sido instigada por el propio Rivas, cuya excitante vida y obra merecen atender a su envite.
Esther Regueira con la colaboración de Mar Villaespesa
Sevilla-Tarifa agosto 2018
[1]En los últimos años de su vida trabajó en Cómo escribir de pintura sin que se note, una compilación de textos sobre artistas que se publicó a título póstumo editado por Eva Rivas y José Luis Gallero, Árdora Ediciones, Madrid, 2011.
[2]Quico Rivas, “La crítica de arte da vergüenza ajena”, entrevista Alfredo Valenzuela. ABC,Sevilla, 25-5-08.
[3]En 2005 Rivas escribe: “La Neilson Gallery de Grazalema tiene el gusto de comunicarle que representará en exclusiva la obra de Quico Rivas, que a partir de ahora deja de ser pintor dominguero para asumir la condición de pintor a secas”.
[4]Quico Rivas, “Lo que dura una canción”, conversación con José Luis Gallero en Sólo se vive una vez. Esplendor y ruina de la movida madrileña,Árdora Ediciones, Madrid, 1991.
[5]Esther Regueira trabajó con Quico Rivas en un proyecto de catálogo, titulado ¡Pinte usted!, que recopilaba su obra plástica, pero por diferentes circunstancias no se llegó a concluir. Esta exposición y la publicación que se editará con motivo de la misma tiene su origen en dicho proyecto.
[6]César González Ruano, Poesía, prólogo, selección, y notas de Francisco Rivas, Editorial Trieste, Madrid, 1983.
[7]Francisco Rivas, Reivindicación de D. Pedro Luis de Gálvez a través de sus úlceras, sables y sonetos, Editorial Zut, Sevilla, 2014.
[8]Parte del archivo denominado Refractor Q/ZRZ (en referencia a Rivas y a Zarza) está depositado en el Centro Europeo para la Difusión de las Ciencias Sociales, Universidad de Alcalá de Henares, bajo la atenta custodia del historiador y “refractario” Emilio Sola.
[9]Su pasión por las publicaciones, en especial relacionadas con la agitación sociocultural, se manifiesta también en otras que emprende ya a principios del nuevo siglo: codirige los tres números del periódico El Plante, editado con motivo de la exposición de Federico Guzmán Matitas Divinasen el CAAC de Sevilla.
[10]Raj Kuter, otro de los “refractarios”, igualmente custodia, además de materiales del Refractor, parte del archivo sobre la cárcel. Y en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía está depositado el Archivo Quico Rivas, que contiene un gran número de carpetas con documentos de estos proyectos, así como de otros.